Felicidad
Referencia: 9788499883144
Prácticas esenciales de mindfulness
La enseñanza fundamental del maestro zen Thich Nhat Hanh es que la plena consciencia (o mindfulness) puede enseñarnos a vivir en el presente y desarrollar la paz interior. Accesible tanto a los recién iniciados en el budismo o la meditación como a practicantes más experimentados, Felicidad es el único libro que recopila todas las prácticas desarrolladas por Thich Nhat Hanh durante sus más de sesenta años como monje y maestro budista.
Con secciones dedicadas a la práctica cotidiana, las relaciones, el ejercicio físico, la comida atenta y la práctica con los niños, Felicidad constituye una guía completa para vivir con plena consciencia nuestra vida cotidina.
Thich Nhat Hanh
El monje vietnamita Thich Nhat Hanh (Thura Thien, 1926), una combinación nada corriente de místico, erudito y activista, es uno de los maestros budistas más queridos en Occidente.
Poeta, maestro Zen y presidente de la Delegación Vietnamita de Paz Budista, fue nominado para el Premio Nobel de la Paz.
Es autor de numerosos libros en los que aboga por una búsqueda de la paz personal e interior como paso imprescindible para la consecución de la paz en el mundo y el diálogo interreligioso.
Sumario
Introducción 9
Prácticas cotidianas 13
La respiración consciente 15
La meditación sentada 23
La meditación caminando 29
El despertar 36
La campana 39
La meditación del teléfono 44
La inclinación 47
Los gamas 49
He llegado, ya estoy en casa 52
La toma de refugio 56
Los cinco entrenamientos de la atención plena 58
La práctica del comer 65
La comida atenta 67
Las cinco contemplaciones 72
La cocina 75
La meditación del té 77
Prácticas físicas 83
Hacer un alto y descansar 85
La relajación profunda 90
El movimiento consciente 97
Prácticas en relación y en comunidad 103
La creación y el mantenimiento de la Sangha 105
Volver a empezar 109
El acuerdo de paz 114
El sistema del segundo cuerpo 121
La meditación del abrazo 124
La escucha profunda y el habla bondadosa 127
El cuidado de la ira y de otras emociones intensas 130
Arrojar luz 138
Escribir una carta de amor 142 Prácticas extendidas 145
La soledad 147
El silencio 150
Un día de asueto 152
Escuchar una charla del Dharma 155
Compartir el Dharma 157
Tocar la tierra 159
Viajar y volver a casa 164
Metta/la meditación del amor 167
El desarme unilateral 174
Hablar con tu niño interior 177
Los catorce entrenamientos de la atención plena 180
La práctica con los niños 189
Escuchar a los más pequeños 191
La meditación caminando con los niños 194
Ayudar a los niños a gestionar la ira
y otras emociones intensas 196
Comida en familia 199
Invitar a la campana 202
La meditación del guijarro 205
La habitación de respirar 209
Los cuatro mantras 212
El pastel de la nevera 217
La meditación de la naranja 219
Abrazar árboles 221
El día de hoy 223
Conclusión 225
Introducción
La plena consciencia [o mindfulness, o la atención plena, como, en ocasiones, se la denomina] es la energía que te ayuda a estar despierto y ser consciente del momento presente. Es una práctica que te permite conectar profundamente, instante tras instante, con la vida. Y no es necesario que te desplaces, para ello, a un lugar diferente. Puedes practicar la plena consciencia en tu habitación o cuando vas de un lado a otro. Se trata de que hagas lo mismo de siempre (como caminar, sentarte, trabajar, comer o hablar), pero consciente de lo que estás haciendo.
Si, mientras contemplas una hermosa puesta de sol con un grupo de personas, por ejemplo, te dejas atrapar por tus proyectos y preocupaciones, acabarás perdiéndote en el pasado o en el futuro y no disfrutarás, como los demás, del presente, y se te escaparán la puesta del sol y la riqueza de la experiencia.
Supongamos ahora que, en su lugar, asumes un enfoque diferente. ¿Por qué, cuando tu mente divague, no diriges la atención a la inspiración y la espiración? La práctica de la respiración profunda te trae de nuevo al presente. Cuando tu cuer-
po y tu mente se unifican, puedes volver al presente para ver, contemplar y disfrutar de la escena que ante ti se despliega. Así es como, "volviendo al hogar" de tu respiración, recuperas el milagro de la puesta de sol.
Habitualmente estamos tan ocupados que nos olvidamos de quiénes somos y lo que estamos haciendo. Conozco a mucha gente que afirma olvidarse incluso de respirar. Nos acostumbramos a no mirar siquiera a las personas que amamos, de modo que solo las echamos de menos cuando ya se han ido. Y poco importa que no tengamos nada que hacer porque, al habernos desconectado de lo que sucede en nuestro interior, nos aprestamos a encender la televisión o llamar por teléfono... como si fuese posible escapar de uno mismo.
La conciencia de la respiración es la esencia de la plena consciencia, que, según el Buda, es la fuente de la felicidad y de la alegría. Pero por más que todos llevemos, en lo más profundo, la semilla de plena consciencia, nos hemos olvidado de regarla. Si aprendemos, no obstante, a tornar refugio en nuestra respiración o en nuestro caminar, volveremos a establecer contacto con esas semillas, volveremos a regarlas y a asistir, para nuestro disfrute, a su crecimiento. En lugar de contentamos entonces con una noción abstracta de Dios, el Buda o Alá, descubrirnos la posibilidad de conectar con Dios a cada respiración y a cada paso.
Pero esta práctica, por más accesible y sencilla que parezca, requiere cierto entrenamiento. Y, para ello, la práctica de detenerse resulta esencial. ¿Y cómo hacemos para detenernos? Lo hacemos a través de la inspiración, la espiración y el paso. Y nuestras prácticas fundamentales para ello son la respiración atenta y el paseo atento. Cuando las domines, podrás ejercitar la comida atenta, la bebida atenta, la cocina atenta, la conducción atenta, etcétera, etcétera, etcétera... , que te permitirán estar, en todo momento, aquí y ahora.
La práctica de plena consciencia (smriti, en sánscrito) conduce a la concentración (samadhi) que, a su debido tiempo, desemboca en la comprensión (prajña). Y la comprensión proporcionada por la meditación de la atención plena puede liberarnos del miedo, la ansiedad y la ira y permitirnos ser plenamente felices. Esto es algo que podemos practicar apelando a algo tan sencillo como una flor. Basta con sostener una flor en la mano y ser consciente de ella. La inspiración y la espiración te ayudan a mantener la conciencia. En lugar de dejarte desbordar por los pensamientos, sigue disfrutando de la belleza de la flor. Entonces es cuando la concentración se convierte en una fuente de alegría.
Si quieres disfrutar plenamente de los regalos que la vida te depara, debes ejercitar la plena consciencia instante tras instante, independientemente de que estés cepillándote los dientes, preparando el desayuno o dirigiéndote al trabajo en coche. Cada paso y cada respiración pueden convertirse, de ese modo, en una ocasión para abrir la puerta que conduce a la felicidad y la alegría. La vida está tan cargada de sufrimiento que, si careces de la suficiente felicidad acumulada, no podrás enfrentarte a la desesperación. Practica con una actitud amable y relajada, con
una mente abierta y con un corazón receptivo. Practica con la intención de entender, sin dejarte engañar por las formas ni por las apariencias. La plena consciencia puede conservar tu alegría interior y ayudarte a superar los retos que la vida te depare. Y el mindfulness o la plena consciencia puede ayudarte también a establecer, en tu interior, los cimientos de la libertad, la paz y el amor.