Bacterias. La revolución digestiva. Por Irina Matveikova. Editoiral La Esfera delos Libros

Bacterias. La revolución digestiva

Referencia: 9788491643067
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 Los secretos de las bacterias que viven en nosotros: qué hacen, para qué sirven y cómo mandan en tu salud

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¿Sabías que las bacterias influyen en tus emociones y tu salud mental? ¿Y que tus defensas del sistema inmune dependen de ellas? ¿Sabías que en las raíces de tus pestañas viven unas criaturas transparentes minúsculas, de cuerpos alargados y boca grande, beneficiosos para la salud? ¿Y que si tu dieta es sana, equilibrada y rica en probióticos y fibra, las bacterias te lo agradecerán aportándote más  defensas y energía?
La doctora Irina Matveikova, autora de Inteligencia digestiva –libro del que se han vendido más de 20.000 ejemplares– nos explica que las bacterias también somos «nosotros», que estas tienen capacidad y poder para mejorar nuestro estado físico y mental, y que conviene estar atentos a los avisos de nuestro interior. Estos bichitos incluso son capaces de reparar y revertir los daños que pueden sufrir las células de tu cuerpo, así como influir en tus gustos y decisiones.

 

  • Cuando tu sistema inmune te ataca
  • Lo que puedes aprender observando tus heces
  • Recetas nutritivas prebióticas
  • El secreto de los líquenes

Irina Matveikova

Irina Matveikova es licenciada en medicina de familia y colegiada en ICOMEM España. Está especializada en endocrinología y nutrición, y es experta en trastornos del comportamiento alimentario. Con veinticinco años de experiencia profesional, en la actualidad dirige su centro y consulta privada en Madrid, colabora con varios hospitales e imparte conferencias y cursos en diferentes ciudades de España y del extranjero.
Es miembro de ESNM (European Society of Neurogastroenterology & Motility) y de la Sociedad Científica Internacional Gut Microbioma for Health y de BHMA (British Herbal Medicine Association). Ha cursado estudios de posgrado en medicina holística y preventiva en diferentes países del mundo y ha aprendido diversos métodos de tratamientos integrales en ámbitos internacionales. Tras varios años de experiencia ha creado los suyos propios, así como protocolos con un enfoque de diagnóstico exhaustivo, reeducación y prevención.
En su práctica de medicina familiar, presta especial atención a la salud digestiva e inmunológica, aplicando nuevas investigaciones sobre la neurogastroenterología, el microbioma humano (nuestras bacterias «buenas») y la nutrición funcional. Defensora de la educación sanitaria para generar cambios y promover la prevención, lucha por un paciente consciente, bien informado y responsable.

Índice

Agradecimientos 13
Prólogo, por Santiago Satrústegui Pérez Villamil 17
Prefacio. ¿Somos bacterias? 21

1. ¿CÓMO COMENZÓ TODO Y POR DÓNDE NOS LLEVA? 29

2. EL «MINISTERIO DE DEFENSA» 37

3. LOS ANTIBIÓTICOS 43
El triunfo de los antibióticos 43
Los efectos de los antibióticos 48

4. ¿LOS GUSTOS SON TUYOS O DE TUS BACTERIAS? 55

5. EL LIDERAZGO DE LAS BACTERIAS 63

6. CUANDO EL SISTEMA INMUNE ATACA 67
Enfermedades autoinmunes 70

7. EL «DIABLO» INTELIGENTE 83

8. EL SECRETO DE LOS LÍQUENES 95

9. LOS AVISOS DESDE TU INTERIOR 99
Las heces y sus características 99
Las heces como reflejo del proceso digestivo 107
Lo que puedes aprender observando
tus deposiciones 113

10. BACTERIOTERAPIA. NUEVO PANORAMA EN LA MEDICINA 121
Los beneficios de los probióticos 121
El trasplante de la microbiota intestinal 131

11. ESTADO DE SALUD ÓPTIMA Y ESTADO DE PRE-ENFERMEDAD 139
¿Qué podemos hacer para tener un microbioma
intestinal sano? 141

12. TRASTORNOS DE CONDUCTA Y DESARROLLO MENTAL 147
TDAH 151
TEA. Trastornos del espectro autista 154
Un abordaje diferente 157
Consejos prácticos 161
Neurodiversidad 163
Conclusiones 165
Anexo 1. Escala de heces de Bristol 169
Anexo 2. Recetas nutritivas prebióticas.
Ideas para el desayuno y la merienda 171
Anexo 3. Planes de dieta 179
Bibliografía 183

Prólogo

La mejor noticia, pero también la más exigente, es que todo depende de nosotros, de cada uno individualmente.

La libertad y la responsabilidad son un invento «moderno» que ha dado forma a la compleja etapa de la historia contem­poránea en la que vivimos.

No está claro todavía que ni la humanidad en su conjun­to ni cada uno de nosotros prefiramos, con todas sus conse­cuencias, ser libres y por tanto responsables. Tener a alguien o a algo donde poner la culpa de lo que nos pasa y descargar así nuestra conciencia es tremendamente liberador. «El chivo expiatorio es el mejor amigo del hombre».
Pero cuando se trata de nosotros, que es siempre, por mucho que pretendamos engañarnos y quedarnos tranquilos, las cosas no van a funcionar si no asumimos el mando. A través de este libro, y de los otros que ha publicado, Irina nos explica cómo.

La idea fundamental, que sirve para la salud, pero tam­bién para otros ámbitos de nuestra existencia, es que somos un «todo» interrelacionado con todo. Veremos que también con las bacterias.

La palabra que conceptualiza esta idea es «holístico», una traducción literal del inglés que nos genera confusión. A pesar de que creo totalmente en el concepto que define, reconozco que «holístico» me sigue sonando, cada vez que lo leo y que lo escribo, a algo mágico y esotérico, y es probable que sea por esto por lo que el término no acaba de cuajar o no consigue convencernos del todo.

La medicina, nos dice Irina, no puede ser como un taller mecánico donde solo vamos cuando el cuerpo no funciona bien para que nos arreglen lo que está mal, o bien nos cambien alguna pieza para volver a seguir haciendo lo mismo que causó el problema hasta la próxima revisión.

Resulta sorprendente el paralelismo de los problemas de salud con los problemas financieros, que es a lo que yo me dedico. Si queremos estar siempre bien, o por lo menos lo mejor posible el mayor tiempo posible, lo que tenemos que arreglar no son las piezas, sino los hábitos y las actitudes que nos han llevado a esa situación.

Los problemas de salud son problemas de la persona igual que lo son los problemas financieros y ningún tratamiento ni ningún producto concreto, por muy rentable que sea, van a solucionar nada. Al revés, una eficaz eliminación del síntoma o una falsa sensación de control nos van a llevar sin duda a un deterioro mucho mayor. «Subir el volumen de la radio», como muy agudamente señala el Mago More, gran amigo de Irina, es una solemne estupidez.

Paciencia y disciplina, porque depende solo de nosotros. Nosotros elegimos. Sí, pero nuestro entorno es importante, como también lo es el relato propio y ajeno.

Llevo, gracias a Irina, un año en el peso que hemos con­siderado ideal, encontrándome mejor que nunca. Como de una forma sensata y selectiva, lo que me permite disfrutar mucho de algunas cosas y me obliga también a renunciar a determinados excesos. Creo que como bien, pero la pre­gunta sistemática de mi entorno es: ¿vas a estar siempre a régimen?

Si lo seguimos llamando «régimen» tenemos un problema con la «narrativa», otro concepto de moda, que nos contamos todos los días y que nos constituye.

Pero Irina ha ido bastante más lejos. En su preocupación todista (holística) por nosotros ha desafiado la idea suprema­cista del yo humano para enfrentarnos con la realidad de que ni somos tan puros ni estamos tan limpios. Las bacterias tam­bién somos «nosotros» y mejor que las tratemos bien y que nos asociemos con los bichitos adecuados.

La carga filosófica del libro que estás a punto de empezar es muy profunda: humildad viene de «humus» y perderla es perder la conexión con la naturaleza.

Enhorabuena, Irina, y gracias por ayudarnos a entender mejor por qué tenemos que cuidar a este cuerpo tan comple­jo, en el que ponemos las esperanzas para desarrollar nuestros proyectos y que ya sabemos que nos debe durar mucho tiempo en buen estado. Depende de nosotros, aunque ya no esté claro qué quiere decir nosotros.

 

SANTIAGO SATRÚSTEGUI PÉREZ VILLAMIL, presidente ejecutivo de Abante Asesores, escritor y filósofo

 

Prefacio
¿SOMOS BACTERIAS?


Los médicos estamos viviendo una historia fascinante, una revolución, un cambio de rumbo en muchos conceptos diag­nósticos y casi en todos los protocolos terapéuticos. ¡Estamos descubriendo un potencial enorme en el microbioma huma­no!

Confieso que a veces nos cuesta creer en lo que nos dicen las últimas investigaciones de la ciencia médica. Somos rea­cios a aceptar el poder y la influencia que tienen las bacterias sobre el diseño y la salud humana, y además asumir que los billones de estos bichitos invisibles son imprescindibles para nuestra vida. No hay vida sin ellos. Y aún más difícil es aplicar los nuevos conocimientos a la práctica médica de cada día. Y vamos a tardar muchos años hasta que se generen cambios en la mentalidad médica y todavía más en los sistemas sanitarios.

Pero hoy en día ya existen problemas emergentes y mucha gente que no se puede permitir esperar, que ya se encuentra mal y necesita solución. Del mismo modo, la población cada vez exige más alcanzar un estado óptimo de salud sin tener que aguardar décadas. Por eso quiero compartir la parte de la historia que ya es evidente y avalada por la ciencia.

¿Qué es el microbioma humano? Es un conjunto, una vasta multitud de bacterias y otros microorganismos que viven por dentro y por fuera de nuestro cuerpo. Ya sé que es difícil de imaginar porque no son visibles (salvo en las heces).

En una época como la nuestra, en la que la higiene ha alcanzado ya un cierto grado de sofisticación, cuesta creer que en cada milímetro de todo nuestro propio y querido «yo», externo e interno, viven miles y miles de seres microscópicos y curiosos.

¿Sabías, por ejemplo, que en las raíces de tus pestañas viven unos ácaros que se llaman Demodex folliculorum? Son unas criaturas transparentes minúsculas que miden aproxi­madamente 0,4 milímetros. Tienen sus cuerpos alargados, su cabecita con la boca grande, varias extremidades acabadas en tacones y con garras en forma de aguja. No son muy gua­pos, pero son inofensivos y se consideran beneficiosos. Viven bocabajo en los folículos del pelo de las pestañas (a veces de la nariz) y comen las células muertas y las secreciones que nos sobran. Cada catorce-dieciocho días llegan a su madurez y, por la noche, cuando tú duermes, salen a tus mejillas para practicar el sexo. Y parece que esta actividad les fascina.

Ahora estás informado de que cada dos semanas tu cara sirve de plataforma, de escenario para una orgía erótica... de los ácaros. Como consecuencia de estas noches festivas, las hembras ponen unos veinticinco huevos en tu cara para que nazcan nuevas crías. Pero no tienen un final feliz. Estas pobres criaturas no poseen ano, es decir, la salida natural. Acumulan todos los desechos en su interior. Y por no poder expulsarlos tienen una vida corta; en cuanto se llenan con demasiados residuos, explotan y mueren. Y así es su ciclo vital. Tener sexo, poner huevos y explotar casi enseguida.

Ahora somos conscientes de lo importante que es poder realizar una evacuación natural y agradecer a la naturaleza que nos haya dotado con este orificio tan necesario.

Espera, antes de correr al baño y frotar tu cara y tus ojos con cepillo y jabón, tienes que asumir que sin estos ácaros quizás tu rostro no pueda estar tal como te gusta, sano y lim­pio... Si por alguna razón nos faltan estos bichitos Demodex en los ojos o en la cara, o si ellos están enfermos o inapetentes, fácilmente podemos padecer de rosácea, acné o de eccema e igualmente de blefaritis o conjuntivitis, que es bien molesta.

Estos habitantes, en una cantidad justa y adecuada, vigilan su territorio y no permiten a otros invadir su hogar (que es también el tuyo), ni dañarlo.

Los Demodex limpian nuestros folículos y nuestra piel a fondo y mantienen el pH y el equilibrio de la zona en gene­ral. Si utilizamos muchos antibióticos y hormonas, come­mos demasiados azúcares y grasas, llevamos un maquillaje abundante y no lo limpiamos bien y estamos expuestos a la contaminación elevada de químicos externos, afectaremos a estos ácaros buenos y pagaremos la factura con un aspecto menos saludable. Por tanto, si uno no mantiene una higiene adecuada de la cara, no la lava, ni la cuida, come mal y la piel produce demasiado sebo, la población de estas criaturas va a aumentar y sus desechos finales también, y su creci­miento desmedido y la suciedad pueden perjudicarte. Todo precisa un justo equilibrio y hay que alcanzar ese punto de sabiduría.

A cada célula del cuerpo humano le corresponden diez células bacterianas. Cada gen humano (con tu ADN y la información de tus ancestros) está influenciado por trescien­tos genes bacterianos, que, a su vez, contienen sus códigos y sus propios datos. Llevamos en total más de dos kilos de esta biomasa inteligente, en su mayoría en nuestro sistema diges­tivo, pero no solamente...

El microbioma es un órgano más que descubrimos no hace mucho, y lo estamos estudiando con asombro. Obvia­mente, las bacterias superan en número a las células y sus genes. Somos un ecosistema, una biomasa, una red de muchos millones de organismos microscópicos. Por definición, somos más bacterias que humanos y esta noticia resulta sorprenden­te, ¿verdad?

Parece ser que el cuerpo es un paisaje diverso y atractivo, una estructura o, si quieres, un sostén para las bacterias; exis­timos para proporcionarles espacio, un hogar y las condiciones adecuadas de supervivencia y reproducción.

No hay duda de que ellas nos dominan, pero tampoco nos podemos considerar una montaña de bacterias andantes.

Existe un pacto entre nosotros y ellas, un acuerdo, una simbiosis, una convivencia que hay que respetar y cumplir. Y si una de las dos partes no muestra respeto, la otra sufre las consecuencias.

Los humanos machacamos a las bacterias con antibióticos y otros fármacos, con comidas que ni siquiera saben bien ni se parecen a alimentos y, frecuentemente, con un estilo de vida autodestructivo. Y ellos, los bichitos, sufren con estas guerras y desastres ambientales que el cuerpo humano les provoca.

Entonces el microbioma se desequilibra por completo, se ve atacado de invasores nuevos y agresivos, de moléculas más tóxicas... Y esto nos genera las infecciones y, lo más importan­te, un estado de inflamación crónica y el desarrollo de enfer­medades graves.

No es una pelea justa. Siempre perdemos nosotros, los humanos.

Ya sabemos que muchos tipos de cáncer, la diabetes, la obesidad, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, el autismo o la enfermedad de Alzheimer... están vinculados al desequilibrio de la microflora intestinal y a la toxemia e inflamación que esto conlleva. Los primeros signos de estas enfermedades surgen en nuestras tripas. Es mejor aprender rápido sobre la vida secreta de las bacterias y encontrar una forma de aprovecharnos de ello.

Si os sirve de ejemplo, somos un planeta con muchos habitantes: las bacterias, los hongos, las levaduras, los proto­zoos, las lombrices, los virus y otros microorganismos. Tene­mos distintos entornos ecológicos: desde las junglas húmedas de las axilas y de las zonas íntimas hasta el desierto de las plantas de los pies y de las palmas de las manos. Cada pliegue, cada curva del cuerpo humano tiene su propio ecosistema y sus habitantes específicos.

Nosotros los humanos podemos (y estamos en ello) des­truir el planeta Tierra tratándolo mal, contaminándolo, no respetando sus ecosistemas, acabando con los recursos para obtener la máxima rentabilidad, a costa de acabar con las vidas de muchos animales y plantas e incluso provocando su extin­ción.

¿Qué consecuencias tiene esto para la humanidad? Desas­tres ecológicos increíbles, pobreza, sequías, inmigración sin control, pérdidas enormes, enfermedades, desorden e inse­guridad.

¿Y es posible revertirlo? Sí, por supuesto, si todos toma­mos conciencia ecológica, empezando por el reciclaje y termi­nando con la elección de una alimentación sana y la utiliza­ción racional del combustible. Podemos ser más «ecológicos» y respetuosos con la naturaleza y sus necesidades.

La biomasa bacteriana que habita en cada uno de nosotros es en un 80 por ciento, pacífica y beneficiosa; nos cuida, nos defiende, nos nutre y nos protege (más adelante vamos a ver cómo lo hace).

Somos su hogar.

Pero si nosotros los exponemos a tormentas de comidas raras, les arrojamos «bombas nucleares» a través de los fárma­cos, les provocamos una hambruna o generamos un ambiente tóxico... los bichitos buenos se van a morir y los malos lucha­ran, van a mutarse y responderán con una agresividad masiva, que al final nos debilitará y nos hará enfermar.

Lo mismo sucede por fuera que por dentro. Son las mis­mas reglas y los mismos valores.

Durante siglos, los humanos, curiosos, se dedicaron a contemplar el cielo, las estrellas, el cosmos, buscando vida en otros planetas y universos, buscando una salvación, algo que diera sentido a nuestra existencia contemplando este «void», ese negro vacío en donde gira un pequeño planeta llamado Tierra.

Pero de pronto dirigimos la mirada hacia nuestro interior con la misma expectación y apertura mental, curiosos y aten­tos, y descubrimos un universo entero dentro del cuerpo, en las propias tripas. Un mundo, una red sofisticada e inteligente que nos va a salvar. De esto estoy segura.

Os invito a un viaje corto, casi un cuento, sobre la inteli­gencia y la identidad bacteriana que poseemos.

 

 

 

Colaboradora frecuente en programas de radio y televisión, es autora de numerosos artículos y de los libros Inteligencia digestiva –más de 20.000 ejemplares vendidos y traducido a seis idiomas–, Salud pura e Inteligencia digestiva para niños –traducido a dos idiomas–, todos ellos publicados en esta editorial.

 

 

 

 

Agradecimientos       13

Prólogo, por Santiago Satrústegui Pérez Villamil        17

Prefacio. ¿Somos bacterias?        21

1.      ¿CÓMO COMENZÓ TODO Y POR DÓNDE

NOS LLEVA?        29

2.      EL «MINISTERIO DE DEFENSA»        37

3.      LOS ANTIBIÓTICOS        43

El triunfo de los antibióticos        43

Los efectos de los antibióticos       48

4.      ¿LOS GUSTOS SON TUYOS O DE TUS BACTERIAS?        55

5.      EL LIDERAZGO DE LAS BACTERIAS        63

6.        CUANDO EL SISTEMA INMUNE ATACA       67

Enfermedades autoinmunes        70

7.        EL «DIABLO» INTELIGENTE       83

8.        EL SECRETO DE LOS LÍQUENES       95

9.        LOS AVISOS DESDE TU INTERIOR       99

Las heces y sus características       99

Las heces como reflejo del proceso digestivo        107

Lo que puedes aprender observando

tus deposiciones        113

La Esfera
9788491643067

Ficha técnica

Autor/es:
Doctora Irina Matveikova
Editorial
La Esfera de los Libros
Formato
15x23 cm
Páginas
192
Encuadernación
Rústica con solapas (tapa blanda)
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