portada La digestión es la cuestión. Por Giulia Enders. ISBN: 9788479538972

La digestión es la cuestión.

Referencia: 9788479538972
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Descubre los secretos del intestino, el órgano más infravalorado del cuerpo humano

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Firmado por la joven científica Giulia Enders, cuya conferencia La digestión es la cuestión fue un fenómeno en YouTube. -Las últimas investigaciones científicas han demostrado que el cuidado del intestino es la clave para la salud integral de las personas. -Una explicación sencilla y entretenida, muy agradable de leer y comprensible para todos. El intestino, ese gran desconocido, la oveja negra entre los órganos, que quizá hasta ahora nos parecía más bien desagradable. Pero esta imagen, estimado lector, está a punto de cambiar. El sobrepeso, las depresiones y las alergias están estrechamente relacionados con una alteración del equilibrio de la flora intestinal. O dicho de otro modo: si queremos sentirnos bien en nuestro cuerpo, vivir más y ser más felices, debemos cuidar nuestro intestino. Así lo sugieren las investigaciones más recientes. En este libro, la joven científica Giulia Enders explica de forma entretenida cuán maravilloso y altamente complejo es el intestino. Es la clave del cuerpo y el alma, y nos aporta una perspectiva totalmente nueva... desde la puerta trasera de nuestro organismo.

Nuestro intestino es un ente maravilloso, repleto de sensibilidad, responsabilidad y disposición al rendimiento. Si lo tratamos bien, nos lo agradece. Y esto es beneficioso para todos, puesto que el intestino es el encargado de ejercitar dos tercios de nuestro sistema inmunitario. De los panecillos o las salchichas de tofu que ingerimos obtiene la energía para vivir que necesita nuestro organismo. Y puede presumir de tener el mayor sistema nervioso después del cerebro. Las alergias, nuestro peso e incluso nuestro mundo emocional están estrechamente relacionados con nuestro estómago. En este libro, la joven científica Giulia Enders explica en un tono distendido las novedades que nos ofrece la investigación médica, y cómo podemos mejorar nuestro día a día con estos conocimientos

GIULIA ENDERS
Investiga para su tesis doctoral en el Instituto de Microbiología e Higiene Hospitalaria en Fráncfort. Tiene una doble beca de la Fundación Wilhelm-und-Else-Heraeus. En 2012, con su conferencia La digestión es la cuestión ganó el primer premio del Festival Science Slam en Friburgo, Berlín y Karlsruhe, que se convirtió en un éxito en YouTube. Giulia Enders vive a caballo entre Mannheim y Fráncfort.
JILL ENDERS
Es diseñadora gráfica de comunicación especializada en el ámbito científico. Trabaja en Berlín, Filadelfia y Karlsruhe. En 2013 recibió la beca de la agrupación Heinrich Herz por su trabajo.

  • Prólogo

Nací por cesárea y mi madre no me pudo dar el pecho, lo que me convierte en el perfecto niño modelo del mundo intestinal del siglo xxi. Si en aquel entonces hubiera sabido más sobre el intestino podría haber hecho apuestas sobre las enfermedades que iba a contraer. Primero fui intolerante a la lactosa. Nunca me pregunté por qué de repente, cumplidos los 5 años, podía volver a beber leche; en algún momento engordé para después volver a adelgazar. Entonces durante mucho tiempo todo fue bien hasta que me salió «la herida».
A los 17 años, sin motivo alguno, me salió una pequeña herida en la pierna derecha. Sencillamente no se curaba y, al cabo de un mes, acudí al médico. La doctora no sabía de qué se trataba y me recetó una pomada. Tres semanas después mi pierna se llenó de heridas y poco tiempo después ambas piernas, los brazos y la espalda. A veces, incluso la cara. Por suerte, era invierno y todo el mundo se pensaba que tenía herpes y una excoriación en la frente.
Ningún médico pudo ayudarme: me diagnosticaron algo parecido a una neurodermitis. Me preguntaron si estaba muy estresada o si tenía problemas emocionales. La cortisona alivió un poco, pero en cuanto la dejaba, todo volvía a salir. Durante todo un año llevé medias, ya fuera invierno o verano, para que mis heridas no supuraran a través de los pantalones. En algún momento me animé y empecé a informarme. Por casualidad me topé con un informe sobre una enfermedad de la piel muy parecida: a un hombre le había salido después de tomar antibióticos, y también yo había tomado antibióticos un par de semanas antes de que apareciera la primera herida.

Desde ese momento dejé de tratar mi piel como la de un enfermo de la piel y lo hice como la de un enfermo del intestino. Dejé de comer productos lácteos, apenas tomaba gluten, ingerí diferentes bacterias y, en general, me alimentaba de forma más sana. En aquella época hice algunos experimentos descabellados... si en aquel entonces ya hubiera estudiado Medicina, solo me habría atrevido a hacer más o menos la mitad de todo ello. Una vez, tomé una sobredosis de cinc durante varias semanas y al cabo de unos meses se me había agudizado el sentido del olfato de manera considerable.
Finalmente, con un par de trucos logré dominar mi enfermedad. Fue un éxito y experimenté en mi propia carne que el saber puede ser poder. Empecé a estudiar Medicina.
Durante el primer semestre me encontré en una fiesta sentada al lado de un chico que tenía el peor de los alientos que jamás había olido. Era un olor muy singular: no era ese aliento áspero a hidrógeno típico de los hombres mayores estresados ni tampoco el olor dulzón y podrido de las señoras mayores que comen demasiado azúcar. Al cabo de un rato me cambié de sitio. Al día siguiente había muerto. Se había suicidado. Una y otra vez me paraba a pensar en ello. ¿Puede un intestino muy enfermo oler tan mal y
una enfermedad de este tipo influir también en el estado de ánimo?
Tras una semana me atreví a comentar mis conjeturas con una buena amiga. Un par de meses después, esta amiga enfermó de una violenta gripe intestinal. Se sentía fatal. Cuando nos volvimos a ver, me dijo que mis tesis podían tener algo de cierto, ya que hacía mucho tiempo que no se sentía tan mal psíquicamente. Esto me animó a ocuparme más en serio de este tema. Y fue así como descubrí una rama de investigación completa cuyo objetivo era hallar el vínculo entre intestino y cerebro. Se trata de una especialidad que está creciendo con rapidez. Hasta hace unos diez años existían muy pocas publicaciones al respecto; actualmente, ya se han escrito varios cientos de artículos científicos sobre este tema. Una de las nuevas líneas de investigación de nuestro tiempo es el modo en que el intestino influye en la salud y el bienestar. El prestigioso químico norteamericano Rob Knight afirmó en la revista Nature que, como mínimo, era tan prometedora como la investigación sobre las células madre. Me había adentrado en un área que cada vez me parecía más fascinante.
Durante la carrera me di cuenta de la escasa atención que se presta a esta especialidad de la Medicina. En este sentido, el intestino es un órgano absolutamente excepcional: interviene en dos tercios de las actividades del sistema inmunitario, obtiene energía de panecillos o salchichas de tofu y produce más de veinte hormonas propias. Muchos médicos aprenden muy poco sobre él durante su formación. Cuando en mayo de 2013 asistí al congreso Microbiome and Health (Microbioma y Salud) en Lisboa, el perfil de los asistentes era fácilmente distinguible. Aproximadamente la mitad provenía de instituciones que podían permitirse económicamente estar «entre los primeros», como Harvard, Yale, Oxford o el EMCL Heidelberg.

A veces me asusta que los científicos discutan a puerta cerrada sobre conocimientos importantes, sin que se informe a la opinión pública. A menudo la precaución científica es mejor que una afirmación precipitada, pero el miedo también puede destruir importantes oportunidades. Actualmente, se da por sentado en el mundo científico que las personas con determinados problemas digestivos a menudo presentan trastornos nerviosos en el intestino. Su intestino envía entonces señales a una zona del cerebro que procesa sentimientos desagradables, aunque esas personas no hayan hecho nada malo. Los afectados sienten malestar y no saben por qué. Resulta muy contraproducente cuando su médico les trata como casos psicológicos irracionales, y ese es solo uno de los ejemplos de por qué algunos conocimientos científicos deberían divulgarse con mayor celeridad.
Este es el objetivo de mi libro: hacer que el saber sea más accesible y divulgar lo que los científicos escriben en sus trabajos de investigación o discuten tras las puertas de los congresos mientras muchas personas buscan respuestas. Entiendo que muchos pacientes que padecen enfermedades molestas se sientan decepcionados por la Medicina. No puedo vender remedios milagrosos y tampoco un intestino sano curará todas las enfermedades. Pero sí que puedo explicar, en tono distendido, cómo funciona el intestino, qué avances nos ofrece la investigación científica y cómo podemos mejorar nuestra vida cotidiana aplicando estos conocimientos.
Mis estudios de Medicina y mi doctorado en el Instituto de Microbiología Médica me ayudan a valorar y ordenar los resultados. Mi experiencia personal me ayuda a acercar este conocimiento a las personas. Mi hermana me ayuda a no perder el rumbo, me observa mientras leo en voz alta y me espeta esbozando una sonrisa: «Hazlo de nuevo».

ÍNDICE

Prólogo 13
1. LA DIGESTIÓN ES LA CUESTIÓN 19
¿Cómo hacemos caca?
... y por qué esto merece una pregunta 22
¿Me siento correctamente en el inodoro? 26
El vestíbulo de acceso al tracto gastrointestinal 32
La estructura del tracto gastrointestinal 44
El «retorcido» esófago 45
La bolsita estomacal torcida 47
El serpenteante intestino delgado 49
El innecesario apéndice y el rechoncho
intestino grueso 56
Qué comemos realmente 62
Alergias, incompatibilidades e intolerancias 73
Celiaquía y sensibilidad al gluten 74
Intolerancia a la lactosa y a la fructosa 76
Una breve consideración sobre las heces 85
2. EL SISTEMA NERVIOSO DEL INTESTI\O 95
Cómo transportan nuestros órganos los alimentos 97
Ojos 97
Nariz 97
Boca 98
1.,áringe 99
Esófago 100
Estómago 102
Intestino delgado 104
Intestino grueso 108
Eructos con reflujo ácido 111
Vomitar 117

Por qué vomitamos y qué podemos hacer para combatirlo 119
Estreñimiento 128
Laxantes 135
La regla de los tres días 141
Cerebro e intestino 144
Cómo influye el intestino en el cerebro 148
Sobre intestinos irritados, estrés y depresiones 153
Dónde nace el «Yo» 164 3. EL "LINDO DE LOS vICROBIOS 169
El ser humano como ecosistema 171
El sistema inmunitario y nuestras bacterias 176
El desarrollo de la flora intestinal 184
Los habitantes del intestino de un adulto 193
Los genes de nuestras bacterias 199
Tres tipos de intestino 202
El papel de la flora intestinal 210
¿Cómo pueden hacernos engordar las bacterias?
Tres hipótesis 216
Colesterol y bacterias intestinales 221
Malhechores: bacterias dañinas y parásitos 227
Salmonelas con sombreros 227
Helicobacter: el «animal doméstico» más antiguo
de la humanidad 232
Toxoplasmas: los intrépidos pasajeros
de los gatos 242
Oxiuros 253
Sobre higiene y bacterias beneficiosas 259
La higiene diaria 260
Antibióticos 269
Probióticos 277
Prebióticos 291
Agradecimientos 301
Fuentes principales 303



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